Al Bosque de Oma, muchos lo llaman el Bosque Pintado, El Bosque Animado, nosotros creemos y preferimos llamarle El Bosque Encantado, porque como dijo Vargas Llosa ‘recorrer la célebre creación de Agustín Ibarrola, en el valle de Oma, proporciona una aventura cultural, espiritual y artística, propia del País Vasco, una de las regiones más cultas de Europa’.
El Bosque de Oma pertenece al Barrio de Oma, de ahí su nombre, en el término municipal de Kortezubi. En un principio el acceso era difícil, pero hoy en día la Diputación vizcaína lo ha dotado de accesos y señalizaciones, que hacen muy fácil su visita.
Una vez allí tendréis el placer de descubrir el enigmático mundo de figuras y colores que entre los años 1982 a 2000 el pintor y escultor Agustín Ibarrola plasmó en este mágico lugar sobre los troncos de pino Monterrey. Descubriréis lo que su desbordante imaginación y lo que se podrían denominar ‘precarias herramientas’: un montón de botes de pintura, sus inseparables brochas y una escalera realizada por él mismo con las ramas de los árboles, ha conseguido dar: esa extraña sensación que tiene el lugar de paz y quietud, pero al mismo tiempo también un lugar estimulante, vivo y lúdico.
Para llegar al Bosque de Oma hay que recorrer una cómoda pista forestal a escasos 3 kilómetros del Parking de Lezika-Basondo, allí puedes aparcar de forma gratuita. Este parking, también es punto de inicio de Basondo, un refugio para la fauna silvestre amenazada, que todo amante de los animales debe visitar y de Las Cuevas de Santimamiñe. Si tienes que comer lo harás genial allí mismo también, en el Asador Lezika.
Y ya comenzamos la ruta que nos conduce directamente al comienzo del espectáculo, un santuario del movimiento ‘Land art’ (corriente artística que trabaja directamente sobre el entorno natural, siendo el propio paisaje el lienzo del pintor), en el que Ibarrola ha dejado huellas en árboles y piedras, con el propósito de cerrar el círculo que inauguró hace miles de años el hombre rupestre, cuando pintó las cercanas Cuevas de Santimamiñe.
Todo el que llegue notará que estamos en un lugar ‘mágico’ donde los árboles cobran vida, nos observan. Un lugar realmente hermoso donde disfrutar en familia, en pareja, en solitario, en grupo, un lugar para ejercitar las piernas y el alma y como no, un lugar ideal para los amantes de la fotografía.
Son 47, las obras que conforman este bosque encantado. Las imágenes de los distintos troncos pintados, en un principio puede que no nos digan nada, se vuelven visibles cuando nos situamos en la posición que nos indican las flechas del suelo, es entonces cuando por la unión de varios árboles visualizas la figura pintada.
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Se nos recibe con un beso, es la breve declaración de amor que Ibarrola hace a su mujer, Mari Luz. Dos labios rojos pintados sobre sendos troncos que se tocan delicadamente cuando nos colocamos dónde nos indica la flecha del suelo. Después rombos, curvas, líneas convexas y cóncavas hasta llegar a lo que es la zona más famosa del Bosque, el lugar donde están atrapados el rayo y el arcoíris. El Arcoíris de Naiel dicen que es la composición favorita de Ibarrola, dedicada a su primer nieto, Naiel.
Encontramos a hombres que habitaron las Cuevas de Santimamiñe junto a motoristas y al propio autor entre los tótems con su txapela. Y entonces aparecen ellos, ojos por todas partes que nos miran en multitud de colores y formas que nos crean diferentes ilusiones ópticas.
Más composiciones conforme sigues el sendero, en rosa, azul, verde, violeta, blanco, círculos, el círculo, puntillismo, es una propuesta que aúna naturaleza, arte y conexión con nuestros antepasados. Un dialogo particular entre un artista y la naturaleza donde tú puedes ser el verdadero protagonista con tu capacidad para ver, contemplar y apreciar el arte.
No dudes en visitarlo, es un museo al aire libre, de entrada gratuita entre pinos y helechos, donde descubrirás los troncos de esos pinos Monterrey transformados por los pinceles de un artista que hacen surgir de la nada composiciones misteriosas para que juegues con ellas.
Agustín Ibarrola Goicoechea nace en Basauri, Vizcaya, un 18 de agosto de 1930. Cursó sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao comenzando a pintar de forma autodidacta. Gracias a su talento y mediante una beca al final de los años cuarenta se trasladó a Madrid y estudió en el taller de Daniel Vázquez Díaz, con quien dio sus primeros pasos en el cubismo.
Conoció en 1950 al escultor Jorge de Oteiza, con quien aprendió la división y análisis del espacio, propia del constructivismo y, sobre todo, la mentalidad de creación artística conjunta, donde participarán numerosos artistas y diferentes artes.
En 1956 viajó a París, donde contactó con artistas españoles residentes allí, formando poco después en el Café Rond Point, el Equipo 57, junto a José Duarte, Ángel Duarte y José Serrano, una agrupación artística de carácter neorracionalista y experimental que revolucionó el mundo de las artes plásticas. A través de José Ortega, descubrió el grabado y se integró en el movimiento de ‘Estampa Popular’ del País Vasco.
Durante los años 60 su compromiso social y su militancia comunista, le llevan a prisión en varias ocasiones. En 1975 la extrema derecha incendia su caserío-estudio. En los 80 fue profesor de la Universidad del País Vasco, aunque cinco años después sería cesado, teóricamente, por carecer de titulación. En 1987 el Ministerio de Cultura y el Ayuntamiento de Madrid organizan una gran exposición antológica que se repite en Bilbao y Zaragoza.
En 1993 recibe la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes junto a los integrantes del Equipo 57.
Su obra es extensa y además de la obra gráfica y pictórica, experimenta en el uso de variados materiales como traviesas de ferrocarril, cartones, maderas, acero corten…
Desde su caserío, en los últimos años ha realizado obras de gran formato como, El Bosque de Oma (Vizcaya), Piedras y Árboles, en Allariz (Orense), Los Cubos de la Memoria en Llanes (Asturias), Las Traviesas del Ruhr, en Bottrop (Alemania), Las Piedras Pintadas en Garoza (Avila),… que constituyen un amplio y variado catálogo de intervenciones y obras en el espacio público, lo que más le gusta al artista.